viernes, 19 de diciembre de 2014

Cosmopolitan

Llegamos al aeropuerto de Las Vegas tras un largo viaje, recogimos el coche de alquiler e íbamos camino del hotel. Antes de despegar había publicado anuncios en las principales páginas de escorts de que estábamos trabajando en Las Vegas. Nos llegó un mensaje de un cliente que nos quería ya, en ese mismo momento. Le dijimos que estábamos camino del hotel para el check-in, que nos duchábamos e íbamos con él. Pero nos dijo que no, que nos duchásemos juntos y dejásemos el hotel para luego. Le dijimos que no íbamos solos, que viajábamos con amigos, nos dijo que fuésemos todos a su hotel, que nos invitaba a todos a copas y luego nos íbamos nosotros a su habitación los tres. 

Llegamos al Hotel Cosmopolitan. Uno de los más elegantes y el más moderno y cool de toda la ciudad. Nos estaba esperando al entrar. Un chico impresionante, israelí, muy alto, más que Markus y mucho más que yo. Guapo, sexy, con mucho atractivo, muy masculino. Un regalo para este trabajo. Tengo debilidad por los israelies. Nos llevó a uno de los bares más fashion del Cosmopolitan y nos tomamos una copas escuchando una música genial. Un cliente sexy que te paga copas en bares de moda... ahora entiendes por que nos gusta este trabajo.


Dejamos a nuestros amigos y nos fuimos a su habitación. El tío era puro morbo. Llevaba cuatro días en la ciudad y los 4 había tenido sexo. Nos enseñó la terraza de su pedazo de habitación y nos dijo que la última noche había follado en el sofá. Una máquina sexual de casi dos metros. 

Estaba deseando empezar, lo admito. Pero necesitaba una ducha, así que empezamos a quitarnos la ropa y ahí ya empezó el lío. Tan grande que podía con los dos a la vez. Comer boca como si no hubiera un mañana y yo enganchado al pecho, peludo y grande. Un tío fuerte de cuerpo trabajado. El calzoncillo encerraba la sorpresa de la polla más grande que había visto nunca y créeme que he visto muchas. Mi boca no daba para tanta polla, pero di lo mejor de mi.


Conseguimos llegar a la ducha los tres juntos, desnudos, nos aplicamos el gel los unos a los otros. La situación no podía ser más morbosa. Lejos de ser el típico cliente que contrata dos chicos para dejarse hacer, el israelí, tomaba la iniciativa. 

El sexo en la cama fue un no parar, menos mal que éramos dos, para uno sólo habría sido extenuante. Fue lo que se dice una sesión de sexo completa. Una hora follando sin parar. Y cuando digo follando me ruborizo. Cuando yo le vi la polla pensé que eso no me entraba a mi. Soy pasivo y me gusta que me penetren, pero no soy una puerta del Metro. No es fácil. Así que di por sentado que iba a ser imposible llegar a penetración con semejante arma. Pero estaba tan cachondo, el tío me ponía tanto y veía a Markus disfrutar tanto que estaba a mil. Lejos de estar trabajando, estaba siendo una sesión de puro sexo por placer

Llegó el momento y el israelí pidió guerra y con una buena crema (que al terminar la sesión nos regaló el bote de recuerdo) aquello entró perfectamente. No me lo podía creer, que semejante polla me hubiese entrado a mi que soy incapaz que jugar con el menor de los dildos. Pero estaba tan excitado que a mi cuerpo todo le venía bien. Tanto que pidió a Markus que me penetrara ¡Las dos pollas a la vez! Y el otro no se lo pensó apenas y antes de que me diera cuenta estaban los dos penetrándome a la vez. Fue super morboso, nunca lo había hecho y lejos de decir que sea mi experiencia favorita, si que la situación era tan sexual que lo disfruté cantidad. 

La hora contratada había caducado, pero aquello no terminaba. El israelí era un cañero que nos había puesto a los dos a mil y estábamos disfrutando tanto como si fuese un ligue nuestro. Así que al final pasó lo que no tenía que pasar y es que nos corrimos. En los servicios nunca nos corremos, es una norma. Por que si te corres, imposibilitas por unas horas hacer un buen servicio hasta que tu cuerpo se repone, así que salvo que el cliente te lo pida (y lo pague) nunca nos corremos con el cliente. Pero esta vez ya esa barrera con el cliente estaba superada y nos corrimos los tres. ¡Alucinante!

Estuve a punto de devolverle el dinero. El tío encantador, sexy a morir y una máquina en la cama. Un premio de cliente, de los que se disfrutan. Una llegada a Las Vegas extraordinaria. 

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